17.4.13

Análisis de datos secundarios sobre el "riesgo de pobreza" en España


Nos disponemos a la elaboración de la segunda práctica de la asignatura de Métodos y Técnicas de Investigación Social Cuantitativos. Trataremos en esta de realizar un análisis de datos secundarios relativos al “Riesgo de pobreza”. Comenzaremos por definir teóricamente el concepto de “Riesgo de pobreza”, es decir, nuestro objeto de estudio.

En el apartado sobre salarios, ingresos y cohesión social, concretamente en los puntos 2.7 y 2.12 de la publicación gratuita “Mujeres y hombres en España”, la cual podemos encontrar en el INE, aparece la definición que a nuestro juicio es más acertada. En esta se recoge la acotación de la Estrategia Europa 2020, donde se considera la población en riesgo de pobreza aquella que se encuentra en alguno de los criterios siguientes (en el caso de que se den dos o tres de las condiciones, los sujetos quedarán contabilizados una única vez):
  • Personas cuyos ingresos son inferiores al 60% de la renta mediana disponible equivalente (después de transferencias sociales).
  • La carencia material severa es la proporción de la población que vive en hogares que carecen al menos de cuatro conceptos de los nueve siguientes: no tener retrasos en el pago del alquiler, hipoteca, recibos relacionados con la vivienda o compras a plazos; mantener la vivienda con una temperatura adecuada en los meses fríos; hacer frente a gastos imprevistos; una comida de carne, pollo o pescado cada dos días; ir de vacaciones fuera de casa, al menos una semana al año; un coche; una lavadora; una televisión a color; un teléfono.
  • Personas de 0 a 59 años que viven en hogares en los que los adultos han trabajado menos del 20% de su potencial total de trabajo en el año anterior.
La tasa de riesgo de pobreza es la medida más sintética de cohesión social y representa aquellas personas  viven en hogares cuya renta total equivalente está por debajo del umbral de pobreza. El umbral de pobreza se fija en el 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de las personas.

Pasamos a continuación a la exposición de las tablas estadísticas que reflejan la búsqueda de datos secundarios sobre riesgo de pobreza. Es importante recalcar que en los datos secundarios utilizados no podemos constatar si se han aplicado o no las modificaciones que las transferencias sociales suponen en la tasa de riesgo de pobreza. En ese sentido, los resultados y el análisis tienen un sesgo que es necesario tener presente.


Tasa de riesgo de pobreza (%) por edad y sexo. España 2011.


Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida 2011. INE.

Podemos observar como las mujeres tienen los porcentajes de la tasa de riesgo de pobreza más altos, ya sea en el total (22,4 % frente al 21,1% de hombres), como en las franjas de edad más vulnerables: de menos de 16 años es especialmente significativa la brecha de género puesto que el porcentaje de mujeres en este ámbito es de 28, mientras que en los hombres es de 25,4 %; asimismo las diferencias entre mujeres y hombre de 65 y más años se presentan como preocupantes, 21,8 % de mujeres y 19,5 % de hombres en la tasa de riesgo de pobreza.

Nos parece relevante el caso de los grupos de edad más avanzados de mujeres. Las diferencias sustanciales que reflejan los datos con respecto a los varones se pueden explicar por la existencia de mayor número de hogares unipersonales formados por mujeres. Las estadísticas demográficas reflejan en todos los países post-transicionales como las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los hombres, por lo que es fácil suponer que en los años más avanzados de su vida, aquellas pasen un período más o menos largo de años viviendo en este tipo de hogares unipersonales. Este hecho supone que, unido a la aparición de enfermedades, la tasa de riesgo de pobreza sea relativamente influyente en este colectivo.

El único grupo de edad en el que los hombres sufren una tasa de riesgo de pobreza mayor que las mujeres es el comprendido entre los 45 y 64 años. Esta franja de edad es especialmente problemática para los varones puesto que este sector poblacional ha venido teniendo grandes problemas de re-inserción en el mercado laboral tras un despedido con estas edades, especialmente tras las dos últimas Reformas Laborales. Si a eso añadimos otras variables como el estado civil de divorciado/soltero y los niveles educativos mínimos (preescolar, primaria y secundaria), nos encontramos con una mezcla que sin lugar a dudas puede llevar a una cronificación del riesgo de pobreza para este grupo.

Para concluir, nos parece interesante, aunque sea someramente, ver la incidencia de este indicador en el tiempo. En todos los grupos de edad (exceptuando los de 65 y más) ha aumentado este indicador, siendo especialmente problemático entre los menores de 30 años.

Tasa de riesgo de pobreza (%) por edad y sexo. España 2009 y 2011


Fuente: Encuesta de Condiciones de Vida 2011. INE.

La tasa de riesgo de pobreza nos muestra con gran fidelidad la cohesión social. En la tasa de riesgo la precarización del empleo, la polarización en los ingresos (y por tanto, social), la ineficiencia o ausencia de políticas públicas de creación de empleo e inclusión social, etc., están perfectamente reflejados. Por ello, observando la evolución al comienzo y en el período maduro de la crisis podemos observar como la modificación en estas cuestiones afectan sobremanera en el riesgo de pobreza de la población.  

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